lunes, 9 de marzo de 2009

Sophie, mi pequeña Sophie


Sus ojos perdidos, indiferentes, miraban hacia su ventana. Él no sabía a qué miraba, pero los rayos lunares caían a su rostro creando un gesto angelical.
Pensó por un momento que de pronto lo que Sophie siempre había dicho era cierto y ella sí era un hada atrapada en el cuerpo de esta mujer que ahora yacía tendida sobre las sábanas acolchadas.

La noche se oscureció aún más cuando una nube se posó entre la luna y la tierra. Sophie, inmutable cerró lentamente sus ojos y entonces después de semanas sin hablar dijo: "Sólo es hasta que la noche llega, que agradecemos que la luz nos deje ver".

Pero Rodrigo no le entendió. ¿Acaso era cierto lo que habían dicho los doctores y su amada había perdido la cordura? Se resistía a pensar que eso pudiera ser cierto. No, no podía ser cierto. Tanta gente dice tantas cosas... ¿por qué esto tendría que ser verdad?

Sintió un dolor en el pecho. Tal vez la vida no está destinada a llegar a algún punto y si era así, ¿cuál era este punto? ¿el punto en el que se daba cuenta de que todo era mentira?

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