viernes, 30 de abril de 2010

Atardeciendo

Él la miraba discreto. Ella jugaba con su pelo como niña traviesa.
Él se tomaba su tequila. Ella bailaba al son de la lluvia, mirándolo con cada vuelta.
Ella se acercó saltando. Él miró al sol que caía por las montañas.

- ¿Qué miras? ¿Se te antojó algo?- preguntó ella con una mano en la cintura.
- No, nada… es que eres muy bonita- se sonrojó levemente y ella sonrió.
- ¿Quieres besarme?
- Ehm… ¿perdón?
- ¿Qué si quieres besarme?
- ¿Qué si quiero besarte?
- Sí… ¿eres sordo o huevón?
- Lo siento… no estaba preparado para esa pregunta.
- ¿Te preparas para las preguntas que te hará una desconocida?- sintiéndose como un pedazo de imbécil, volvió a sonrojarse.
- Sí… tienes razón… no tiene sentido – silencio.
- Ajá… ¿y entonces?
- Bueno… eres muy bonita.
- ¿No me vas a contestar, cierto? – rió – qué lástima, porque si me decías que querías besarme, yo te diría que también quería besarte.
- Bueno… te he dicho que eres muy bonita, ¿eso no vale?
- Claro que no. Tú eres horrible y aún así quiero besarte. La belleza está sobrevalorada y es algo que no logro entender.
- Bueno… tú eres bonita.
- Ok… creo que se te rayó el cassette.
- Bueno… sí, quiero besarte.
- Lo siento… creo que ha pasado el momento… ¿no te parece?
- Sí, opino igual… creo que esto es incómodo ya.
- Sí…

Ella solo perdió su beso de película. Él solo perdió a la chica de ojos color marrón que bailaba con la lluvia. Ellos se amaron por una fracción de segundo, hasta que el darse cuenta que todo lo idealizado es falso, les arruinó el romance.