viernes, 6 de septiembre de 2024

Bucear el alma

¿Cuántos años han pasado desde que escribí? ¿Cuántas lágrimas, cuántos delirios, cuántas risas he tenido? He aprendido a bucear el alma, no hay de otra. Cuando una ha casi nacido para doler, en la innegable herida de la distancia y la desconexión, tenía en frente caminos claros. El sucidio era uno. Lo intenté. Claro que lo intenté. Lo deseé. Lo soñé. Lo temí. El de la sanación era el otro. ... ¿pero qué putas es la sanación? ¿Acaso es la desaparición absoluta de toda herida? Ojalá se tratara de una cicatriz que tengo en mi cuerpo. Ojalá se tratara de sólo una cicatriz. Pero entender esta herida psíquica ha sido el viaje de mi vida. Porque es como que no la entendía. Sólo la he dolido. El hastío, el no encontrar mi lugar, el sentirme tan ajena a la vida misma era mi alerta de que algo no estaba bien. Además, sanar pareciera a veces el proceso que te hace doler. Como que si uno sanara... de pronto no dolería tanto. Podrías simplemente entregarte a la muerte, negando cualquier tipo de sensación o sentimiento. Pero no. No ha sido el camino elegido. Al menos hasta el momento. He tenido que caminar por rumbos algo astillados. He tenido que suplicar al cielo que me contacte con la verdad. Pues en este camino, he descubierto la mierda, las mentiras y el silencio de mis raíces, de mis ancestros. Rocé la locura, la psicosis. Tocar y saborear el desquicio ha sido una de las experiencias más aterradoras de mi existencia. Me llegué a imaginar que tendría que internarme. Tal vez ese podía llegar a ser otro camino. Pero no. Elegí el de la sanación, lo que eso sea que signifique. Elegí internarme en la selva. Elegí tomar medicinas sagradas. Elegí la palabra. Elegí el baile, el canto, la naturaleza. Elegí sostenerme con una misión: la de servir. Sin servir no computa mi vida. Pierde el sentido. Pero sin aquello que me conecta a la vida, tampoco. Sin las personas que amo, sin las cosas bellas de la vida, nada toma sentido. Y sobre todas las cosas, he aprendido que esto de bucear el alma, es algo que siempre me va a llevar a ver más y más cosas. No hay fin para este camino, o al menos, desde donde lo veo hoy por hoy. Hay tantos temas qué abordar. Las relaciones con las personas, con la vida, con la energía, conmigo misma. Hacerme más disponible para la vida. Por ahora, la verdad está saliendo a la flote. Los secretos empiezan a revelarse. Las heridas salen a la luz. Y fuera de lo esperado, me siento presente para ello. No tengo miedo. Siento mucho amor y respeto por estas heridas. Por mis ancestros. Por el dolor que nos ha atravesado desde hace tanto tiempo. Y sólo puedo lanzar un rezo y un canto a la vida y al universo. Un rezo que diga que todo está bien y todo va a estar bien.